Todos tenemos probabilidades de padecer una enfermedad mental, al igual que otras dolencias. Una de cada cuatro personas sufre una enfermedad mental a lo largo de su vida.
Las más frecuentes son:
Esquizofrenia:
desorden que deteriora la capacidad de las personas para pensar, dominar
sus emociones, tomar decisiones y relacionarse con los demás. Los
síntomas de las fases agudas suelen ser delirios, alucinaciones o
conductas extravagantes. Un 1% de la población mundial desarrollará
esquizofrenia en algún momento de su vida. Se ha hallado esta enfermedad
en todas las etnias, en todos los países, en todas las clases sociales y
en ambos sexos.
Trastorno de la personalidad:
alteración de la afectividad del individuo y su forma de vivir y de
comportarse. Existen distintos tipos: paranoide (gran desconfianza y
recelo en todo lo que nos rodea), esquizoide (personas introvertidas,
retraídas, que evitan el contacto social y no expresan emociones),
obsesiva (personas rígidas, perfeccionistas, escrupulosas). También
existe el trastorno límite de la personalidad, que se caracteriza por la
impulsividad y la intensidad en las respuestas emocionales, la
inestabilidad en el estado de ánimo y en las relaciones interpersonales.
Su inicio suele coincidir con la adolescencia e inicio de la edad
adulta. Los estudios indican que entre el 1% y el 2% de la población
general podría estar afectada de TLP.
Depresión:
trastorno del estado de ánimo caracterizado por una tristeza profunda e
inmotivada, disminución de la actividad física y psíquica, falta de
interés o placer en casi todas las actividades, sentimiento de
impotencia, falta de valor y esperanza, sentimiento de culpa, llanto
incontrolable, irritabilidad, pensamientos sobre la muerte o intentos de
suicidio. Más del 5% de las mujeres y el 2% de los hombres padece a lo
largo de su vida un episodio depresivo mayor.